SOMOS UN MOVIMIENTO FAMILIAR CRISTIANO (M.F.C.)
La familia es una realidad humano-cristiana plena. Es un camino para crecer como persona y como hijos de Dios. Para nosotros lo humano y lo cristiano no son dos cosas separadas: Somos personas cristianas somos familias formadas por hijos de Dios que quieren hacer de su hogar una iglesia doméstica y de su vida familiar un camino de maduración y santificación, donde los valores cristianos/familiares son la semilla que forma la conciencia de los miembros de la familia, y los ayuda a descubrir su vocación a la felicidad. De tal manera nos animamos a vivir una vida sacramental.
Por eso, el MFC-LA por ser movimiento, por ser familiar, y por ser cristiano, es un lugar donde encontramos una experiencia magnífica de fraternidad: Sabemos que somos hermanos, hijos de Dios, y nos tratamos como tales, con cariño, con paciencia, con admiración por las cualidades y talentos del otro. Aquí hallamos también una experiencia de Dios que se manifiesta entre nosotros, también llenándonos de su espíritu, y congregándonos en Cristo. Y al ser experiencia de Dios y de la Iglesia, es un lugar de conversión, pues en el MFC-LA sentimos el deseo y la fuerza para convertirnos, tal como nos lo promete el Señor.
Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo: le arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que sigan mis leyes y pongan por obras mis mandatos; serán mi pueblo y Yo seré su Dios. Ezequiel 11,19-20.
En el MFC-LA descubrimos y vivimos los valores personales, conyugales, familiares, y comunitarios en su dimensión humano-cristiana.
Por eso, el MFC-LA por ser movimiento, por ser familiar, y por ser cristiano, es un lugar donde encontramos una experiencia magnífica de fraternidad: Sabemos que somos hermanos, hijos de Dios, y nos tratamos como tales, con cariño, con paciencia, con admiración por las cualidades y talentos del otro. Aquí hallamos también una experiencia de Dios que se manifiesta entre nosotros, también llenándonos de su espíritu, y congregándonos en Cristo. Y al ser experiencia de Dios y de la Iglesia, es un lugar de conversión, pues en el MFC-LA sentimos el deseo y la fuerza para convertirnos, tal como nos lo promete el Señor.
Les daré un corazón íntegro e infundiré en ellos un espíritu nuevo: le arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que sigan mis leyes y pongan por obras mis mandatos; serán mi pueblo y Yo seré su Dios. Ezequiel 11,19-20.
En el MFC-LA descubrimos y vivimos los valores personales, conyugales, familiares, y comunitarios en su dimensión humano-cristiana.